Nací y crecí en el seno de una familia que me dieron mucho amor y muy buenos principios y ejemplos, los que me motivaron a estudiar, trabajar y dar lo mejor de mí.
A los 17 años conocí al Señor Jesucristo como mi Señor y Salvador. Esto tornó mi vida en una vida con propósito, seguridad y estabilidad. Posteriormente estudié traducción jurada, una carrera que me permitiría trabajar en mi casa y a la vez cuidar de una familia, lo cual siempre fue mi anhelo.
Luego conocí a mi esposo, un gran hombre, con quien tuvimos 3 hijos, que con la ayuda y la guía de Dios pudimos educar y hacer de ellos personas temerosas de Dios, y profesionales honestos y trabajadores.
Hace 16 años fundamos juntos IACO CAFÉ, una empresa que dirijo con gran satisfacción y que ha sido de mucha bendición. Al ver mi vida hoy y mirando atrás hacia los frutos dejados, veo que valió la pena todo el trabajo, esfuerzo y sacrificio que he hecho y que cumplí mi misión como mujer delante de Dios.